Cuando era niño, Laurie Greenland veía el skatepark de Bristol desde la ventana de su habitación. Fue allí, entre las rampas y las barandillas, donde aprendió a montar, lo que supuso el inicio de un viaje que le llevaría desde las pistas locales con su padre hasta lo más alto del circuito de la Copa del Mundo de descenso.
Pero las bicicletas han significado mucho más para el joven ciclista británico. Le han ayudado a curar el dolor de la pérdida familiar, estrechando los lazos entre Greenland y su padre mientras pedaleaban en los momentos más duros de la vida. El ciclismo y la competición le han aportado un sentido inquebrantable de cómo quería vivir su vida, un enfoque que le ha llevado a conseguir un título mundial júnior, una victoria en la Copa del Mundo élite y dos podios en Campeonatos del Mundo de DH élite.
A pesar de haber dedicado una década a perseguir su sueño hasta la cumbre del mundo del DH, Laurie se siente siempre empujado a volver a Bristol. Aquí es donde se centra con humildad en lo que más le gusta: montar en bici con su padre, entrenar vueltas en empinadas pistas de barro, compartir olas con sus amigos en el surf y patinar por las rampas que aún se encuentran frente a la casa donde creció. Para Laurie Greenland, esto es Bristol, esto es su hogar.